Algo se mueve en China

La progresiva apertura económica de China, su mayor papel en la geopolítica y la economía mundial están convirtiendo al gigante asiático, cada vez más y más, en uno de los principales actores de nuestro tiempo. En el plano económico, la expansión de China en las últimas décadas ha sido abrumadora. Desde 2003 ha pasado de suponer tan solo el 4,3% del PIB mundial al 17% actual, generando un tercio del crecimiento económico mundial.Sus imponentes superávits comerciales la han llevado a ser el principal tenedor de deuda soberana de EEUU, nación a la que solo tiene por delante en la clasificación de las economías mundiales y a muy poca distancia.

 

El coloso oriental está evolucionando desde una economía basada en la exportación de manufacturas baratas y dependiente por completo de la tecnología extranjera, a una economía más dinámica que se expande por el mundo de la mano de compañías globales y punteras en sectores diversos.

Esta tendencia en el devenir de la historia también está teniendo su reflejo, aunque más tardío, en el plano financiero. Los mercados de capitales chinos están creciendo a un ritmo vertiginoso, abriéndose cada vez más a la inversión extranjera. Gracias a esto, la bolsa china va ganando un peso importante en la capitalización bursátil mundial, aunque todavía este fenómeno no esté del todo reflejado en los principales índices.

 

Por otra parte, el coronavirus está suponiendo un impulso relativo para su economía. Del lado económico si bien China fue la primera víctima de la pandemia esto le ha permitido salir antes y casi ha retomado la mayor parte de su actividad económica. También le ha favorecido por el derrumbe de los precios del petróleo, a quien es uno de los principales importadores de este recurso, permitiéndole así alimentar su maquinaria industrial a un coste históricamente bajo.

Respecto a los mercados financieros también en esta epidemia se ha dado una circunstancia inusual que no es otra que las menores caídas experimentadas por el mercado chino con respecto al estadounidense por primera vez en la historia.

 

El cúmulo de condicionantes estructurales y coyunturales descritos, ha animado a muchos inversores a tomar posiciones en el floreciente mercado chino que, como luego veremos, sigue teniendo toda una serie de riesgos inherentes. Las entradas de capitales derivadas de este creciente interés por la bolsa china han favorecido la reducción de la volatilidad y el incremento de la liquidez que son dos de los problemas de los que tradicionalmente ha adolecido la renta variable china.

 

A pesar de que, como acabamos de explicar, se han reducido algunos riesgos importantes a la hora de invertir en China todavía hay algunos factores de riesgo a tener en cuenta relacionados con la propia fisonomía del mercado.

Este mercado está formado por tres bolsas diferentes (Shanghái, Shengzen y Hong Kong) en las que cotizan dos tipos de acciones diferentes: la clase A (tradicionalmente restringidas a inversores extranjeros, aunque se va facilitando el acceso) y las clase H (abiertas a la inversión foránea). También están los ADR (American Depository Receipt) sobre títulos chinos que no son propiamente acciones, sino certificados cotizados en dólares sobre acciones chinas depositadas en EEUU. Esta diversidad de parqués y títulos hace que sea un mercado fragmentado y con ineficiencias considerables.

 

Por otro lado, el flujo de información financiera y contable sigue siendo considerablemente opaco, aunque las autoridades chinas traten de amoldarse paulatinamente a los estándares internacionales.

Estos riesgos suponen que haya que valorar cuidadosamente el enfoque que adoptamos a la hora de invertir en China. Una aproximación adecuada es la que posibilita la gestión activa enfocada en el ámbito Greater China, que no solo incluye las 3 bolsas chinas, sino que también incorpora los ADR citados y la bolsa del polémico Taiwán (territorio independiente de facto de China desde 1949 cuando en las postrimerías de la Guerra Civil el derrotado partido Kuomintang creó su propio Estado en la isla de Formosa) que China a día de hoy sigue reclamando. Es por ello que, este enfoque permite tomar posición en una de las que sin duda está siendo una mega tendencia de nuestro siglo de la mano de profesionales que combinen una exposición diversificada con un foco geográfico concreto.

 

En definitiva, China se está convirtiendo en una gran oportunidad de futuro que sin duda tendrá su contrapartida en los mercados y cada vez tenemos más herramientas para poder incorporarla a nuestra cartera de la forma más eficiente posible.

 

Fernando Pérez Juanes, EFA (Gestor de Patrimonios) atl Capital.

 

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